La Historia de un Internacional de Pádel en Melilla.
Así fue el 2003 y así son los mejores. Aquél sábado tarde-noche en el Centro de Pádel Ciudad de Melilla, 3 de mayo, en un agónico y larguísimo partido Roberto Gattiker (Roby) y Cristian Gutiérrez (a quién cariñosamente llaman el "gordo") acababan en semifinales con los favoritos para alcanzar la gran final, Gabriel Reca y Seba Nerone.
Reca y Nerone ocupan el tercer y cuarto lugar en la constelación mundial de jugadores. Son campeones del mundo con Argentina. Reca llegó a ser el número uno del mundo en 2002. Reca es sobre todo un amante de la estética con ese soberbio y admirado golpe de derecha saliendo de pared. Nerone es un portento físico en la izquierda.
Cada punto en juego se eternizaba, cada bola parecía la última, la pista Uno era escenario de una batalla, pero Gattiker/Gutiérrez por 3-6/7-6/6-3 daban la vuelta al marcador frente al sutil maestro Reca y la violencia física que derrocha Nerone en cada golpe, apenas que la bola le sobrepase a la suficiente altura vertical para arquearse, y armar el misil del smash.
Gattiker es una leyenda. Es el más laureado de la historia, uno de los más veteranos del Circuito. Cinco veces campeón del Mundo con la Selección albiceleste, cuatro veces campeón del Mundo absoluto por parejas tres de las cuales las consiguió con el ya retirado mítico jugador Alejandro Lasaigues, ese jugador a quién todos citan cuando le preguntan "¿quién ha sido el más grande?".
Su compañero en aquel Internacional, Cristian Gutiérrez, podía también presumir de ser campeón del Mundo haciendo pareja con Roby. Lo de Gutiérrez fue sencillamente espectacular. Los aficionados melillenses no salían de su asombro ante la engañosa presencia física de Gutiérrez, capaz de sacar la bola más inverosímil para devolverla envenenada. Las apariencias engañan, parece imposible pasarlo.
Ambos acabaron tirados en el césped de la pista 2, sobre toallas, haciendo estiramientos, mientras otros compañeros les echaban una mano para recuperarse antes de ir a la ducha. Se mostraban felices. Vencer a Reca/Nerone no es para menos en una semifinal de Internacional que daba inicio a la temporada.
Esa misma mañana de sábado ya habían batido a Hernán Auguste y Maru Lasaigues bajo un sol de justicia. El primero apodado el Bebe, el segundo apodado el "Negro" en esa tradición argentina por motejar a los deportistas, en el que el apodo antecede al apellido. El Bebe es un jugador de "revés". Sólo formaría pareja con quién jugara en la derecha de la pista. Alto y de potente smash formaba pareja con Mariano Lasaigues, el jugador que como Gattiker, lleva pañuelo en la cabeza.
Maru "el negro" Lasaigues tiene el honor de lucir el apellido de uno de los mejores jugadores argentinos de todos los tiempo. Hablamos de Alejandro Lasaigues. Maru es hermano del mito. Y casualidades de la vida, pese a que Alejandro fue compañero de Gattiker en aquellas legendarias hazañas mundiales, Maru iba a ver como sus presagios de victoria se desvanecían, pues el gordo Gutiérrez y el "viejo rockero" Roby iban a llegar muy lejos en el 2003. Para empezar, Auguste y Lasaigues perdieron en cuartos de final con ellos.
Bela y el "Gallego"
Les esperaban en la final los actuales campeones del Mundo y líderes del ránking. Juan Martín Díaz, es hoy el número uno. Un zurdo que desafía la física cuando tiene la red a escasos centímetros, un sujeto que vive a otra velocidad. Cualquier buen jugador ya tiene bastante con golpear algunas bolas. Pero cuando esa Juan Martín al que le llega la bola, ya sabe hace un rato cómo y dónde la va a golpear; y si el contrario cree haberle pillado de espaldas o descompensado, mal haría en fiarse. Martín Díaz, la devolverá por detrás, de espaldas, por debajo las piernas, o de contra como si las paredes fueran lsa bandas de un billar, pero lo hará. Si en Matrix se jugara al Pádel, Martín Díaz sería el Nero que interpreta Keanu Reeves.
A su siniestra, o sea, en lo que se llama el revés, se sitúa Fernando Belasteguín, "Bela". Dicen de él que es el mejor jugador en ese hábitat del revés. Comparte con el "gallego" Juan Martín (está nacionalizado español y es del Barça) lo más alto del ránking internacional. Es campeón del Mundo con su colega.
El Bela tiene pintas de central de fútbol argentino más que de lateral izquierdo. Dicho sea de paso, todos adoran el fútbol pues el fútbol es el tema preferido en comidas y cenas entre ellos dónde ponen a prueba su memoria sobre las alineaciones de Argentina en los Mundiales evocando al "Diego". Bela es merengón y es asiduo al Bernabéu. Pero en esto del Pádel se puede encontrar extraños compañeros en la peor de las discusiones futbolística: a uno de River como Roby haciendo pareja con uno de Boca Juniors como Cristian Gutiérrez.
En el reparto de papeles en la pista, Martín juega cerca de la red esperando asestar una volea asesina a poco que se equivoque el contrario, si bien sería más justo decir que el contrario tiene la no fácil misión de soportar estoicamente todo aquello que previamente le ha mandado Bela.
Contra Bela es mejor no padecer atisbo alguno de ansiedad, especialmente porque da la sensación de que está en las mismas condiciones físicas si el partido durara un día completo o se jugara a 20 sets.
A Bela le corresponde el honor más retrasado, es el que oye el "va vos" de Juan Martín, para echar una y otra vez bolas profundas en diagonal, le toca cada partido aguantar el "centro del campo" y el ritmo del juego, desesperar al contrario. El mismo se tiene por un jugador especialista en la defensa del punto, en alargarlo hasta que Martín se cruce o el contrario se haya convertido en una víctima del descuido o la impaciencia; pero si ese momento no llega, Bela también ataca, en paralelo o cruzado a la malla donde la bola enloquece en cualquier trozo del alambre. Porque si no supiera hacer también eso, sin los alardes y adornos de Martín, no sería lo que es, otro fenómeno de este juego.
Y así se habían mostrado en Melilla aquel mes de mayo de 2003.
En cuartos se deshicieron de De las Heras y Montes (jugadores nacionales españoles en este circuito donde se habla argentino) y que en la actualidad ocupan los puestos 10 y 11 del ránking internacional. Raúl y Chema consiguieron incluso ganar un set y apretarles el partido. Pero los pronósticos no se rompieron.
Aquel mismo sábado, ya con los halógenos, en apenas dos sets casi de trámite, derrotaban en semifinales a Pablo Semprún y Willy Lahoz.
Nuestro Pablo Semprún, citarlo obliga a detenerse. Considerado el mejor jugador español de todos los tiempos, cuatro veces campeón de España, llegó a ser campeón del Mundo por equipos en Argentina 1998. Un jugador de probada seriedad en la pista y fuera de ella, respetado por todos y pese a su veteranía, su preparación física le hace seguir en la alta competición. Es el 5 en el ránking internacional actual, tras los consabidos Martín, Bela, Reca y Nerone. Es por tanto, un profesor magistral al que curiosamente, de no haber sido jugador de Pádel, le hubiera gustado ser profesional del basket. Medalla de bronce al mérito deportivo. Semprún es sobre todo, un tipo de una profesionalidad intachable. Es hincha del Estudiantes.
Hacía pareja con Lahoz, jugador también nacional. Profesional del Pádel en Santander, Willy estaba llamado a derrocar la supremacía argentina junto a Semprún. No pudo ser.
Los campeones del mundo Juan y Bela les ganaron 6/4 y 6/2 en semifinales. El marcador señala cómo se dejaron ir en una noche de semifinales en sábado donde toda la adrenalina parecía haberse agotado en la otra semifinal, la del Roby.
Empieza la gran final
El domingo amaneció nublado y sin viento. Esos días de levante sin que se mueva una hoja dónde se adivina la humedad.
Roby y Cristian contra Juan y Bela. Nadie parece echar de menos entre los entendidos, que Reca y Nerone no estén en pista, en la que se presumía iba a ser la final, una reproducción en Melilla de lo que puede entenderse como todo un clásico, aunque para clásicos y cierta épica histórica, que quién fue campeón del Mundo cinco veces se las viera con los incuestionables sucesores. ¿Sería un paseo? ¿Pasaría factura el esfuerzo hecho por Roby y Cristian?
El público melillense abarrota las instalaciones rodeando la pista Uno. Son casi 800 los aficionados, entre jugadores habituales y recién llegados a este apasionante juego. Sin temor al error, para muchos de los allí presentes, era la primera vez que iban a ver un partido de pádel en todo su esplendor y rigor. Hasta la fecha, Melilla había visto a estos jugadores de visita, de exhibición, de clinics o de Proam en el Club Marítimo.
Pero jugándose una final de un Internacional, nunca.
Roby y Cristian no iban a entregar el partido. En el primer set, vencen 6/3 pero se presume que están jugando una especie de largo preámbulo. Tan es así que Bela y Juan les devuelven cortésmente el 6/3 en el segundo. Así que la final será a tres, dónde no habrá tiempo ni para el error ni para recuperarse del mismo. O eso se intuía.
La sucesión de situaciones de juego y golpes es constante. Los principiantes y alumnos de este juego que asisten a la pista para ver a estos "galácticos" comprueban lo mucho que se habla durante el juego, especialmente una larga letanía en cada golpe de Bela por alto y en diagonal a Roby: mientras la bola vuela, Cristian va cantando: "está Juan" y es que Martín Díaz está pegado a la red agazapado. Así que Roby sólo se limita a bajar la bola hacia el fondo donde está Bela, y éste vuelve a jugar el globo. El soniquete "está Juan" se repite. Buena parte del set es un duelo entre los dueños del revés. Poco a poco la maquinaria va desgastando a los "aspirantes" del ránking hasta que se llega a un 5/3 para Juan y Bela con servicio de Juan. La cosa parece hecha o. parecía.
Con servicio del mejor del mundo, sobreviene el "break" para más emoción. El Roby y su compañero acaban de recuperar servicio aunque con la espada del 5/4. El juego es tenso, largo, eterno. Con 30/40 y bola de partido, a Bela se le va un resto al cristal. Algo casi impropio para esta élite que también nos enseña que todos fallamos. Perdón, que ellos, aunque rara vez, también fallan en el peor momento.
Tan es así que de manera insospechada, Cristian Gutiérrez va a ganar en un breve espacio de tiempo hasta cuatro bolas después de smash y pared de fondo, bolas rebotadas que no han conseguido el objetivo de salir de la cancha por tres metros, por cuatro, o no han llegado volando a su propia pista, y eso que los rematadores eran Juan Martín y Bela. El "gordo" hará alarde de una velocidad y talento para cazar esas bolas en la red y cruzarlas al otro lado. Como lo de Ronaldo. ¿quién dijo gordito?
Otra lección para los principiantes: el contrario juega a veces con el error de quién cree que golpeando fuerte gana. Este es un juego de técnica, precisión y casi de ajedrez.
A partir de entonces, los presuntos smash de Juan Martín pasan a ser suaves dejadas hacia el fondo para evitar más errores por la fuerza del rebote, para intentar sorprender a Gutiérrez, por si éste tiene la infeliz costumbre de irse por inercia a la red mientras la bola se muere en el bote pegada al fondo. Y es que en el pádel, hay hasta dejadas de fondo.
Del 5/5 al 6/5 y del 6/5 al 6/6. Para satisfacción del espectador, pasaban dos horas de partido y se llegaba a la muerte súbita. Martín y Bela habían tenido un 5/3 y servicio. Un 5/4 y bola de partido. Si en éste juego gana quién menos falla, desaprovechar ventajas es un lujo.
Llega la muerte súbita
Se la tenían que jugar a quién llegara antes a 7 puntos con ventaja de dos como mínimo. Los tie break son "otro partido" pues cada servicio que se conserva es vital.
Comenzó sacando Juan Martín. La historia se repite: Los globos de Bela contra las bajadas de bola de Roby. De fondo a fondo y cruzados, hasta que Roby estrella una bola en la red después de varias bandejas de manual, mientras grita al cielo: "¡Pasiensia!". El tantas veces campeón del Mundo se reprocha a sí mismo en voz alta algo que habrá repetido miles de veces a sus alumnos: este es un juego de paciencia. Si a un pentacampeón le puede la impaciencia, ¿quién está ya a salvo en una pista de pádel?
Sirve Cristian Gutiérrez.
Belasteguín goza de dos situaciones prvilegiadas de smash que no acaban de volar por encima de la cancha, pero ganará el punto golpeado una bola que salía rebotada de su pared hacia la red cruzándola violentamente de revés sin que apenas pueda nadie levantarla. Cae el 2-0 mientras grita un largo y rabioso: "Siiiiií.". También el 3-0, pues Cristian no ha podido subir un recado en forma de bola bajísima que Martín le ha enviado hacia la pared de fondo. Gutiérrez ha perdido sus dos servicios.
Para colmo, con servicio de Bela, éste la saca fuera de pista en paralelo por 4 metros y pone un 4-0 casi definitivo. Gattiker reacciona y se le oye decir a Cristian: "levantamos eh!, levantamos".
El 5-0 está al caer cuando Cristian Gutiérrez resbala pegado al fondo, Juan Martín le manda la bola que rebota en pared pero desde el suelo la devuelve el "gordo" en un imposible y el punto concluye con el contratiempo de la ruptura del servicio de Bela: 4-1. Han recuperado un minibreak.
Con servicio de Gattiker, éste estrella inexplicablemente en la red una bola que no tenía ninguna dificultad para ejecutarla de bandeja: 5-1. Cambio de pista con un partido que parece acabado. Roby mira al suelo: esto se escapa.
Martín está en la red cuando le envían una bola que éste deja pasar mientras grita "voy" pensando en jugarla de contra. Bela también va por ella, invade el espacio de Martín y chocan los dos: 5-2. De repente se encoge el brazo de Bela: manda al cristal lateral de Cristian por milímetros una bola que significará el 5-3.
Un golpe suave de Roby cruzado que parece no tener dificultad se adhiere al cristal y Bela estrella el canto de su pala contra el lateral de la pista: 5-4. Los errores se desbocan cuando Bela tira una bola contra la red sin estar bajo presión. 5-5.
Cuatro errores, cuatro bolas, cuatro puntos: Uno por descolocación, otro por milímetros, el tercero de esos que te hacen parecer un principiante y el cuarto el que desespera..
Parecen que se fueron del partido: Les han hecho un parcial de 4-0, tal y cómo empezó este miniset donde un punto equivale a un juego.
Un set iguales, 6-6 en el tercero y 5-5 en la muerte súbita. ¿Más emoción?
Cristian sirve para ponerse por delante pero el punto acaba del lado de Juan y Bela. 6-5 y por tanto bola de partido. Sirve Fernando Belasteguín.
El punto comienza con la misma rutina entre él y Roby pero inesperadamente a éste se le queda una bola corta, sube Bela y la cruza hacia el drive de Gutiérrez. La bola bota en pared y fondo y cuando va a morir en el suelo, Cristian la saca de espaldas saliéndole una bola que Juan Martín golpea con su zurda de volea hacia Roby, de esas que son tan imparables como ganadoras. Tal vez la rabia de Martín a sabiendas de que puede ser la última le hace pasarse de fuerza más que de colocación por lo que la experiencia de Roby hace que la pille in extremis y sea capaz de devolver un globo alto y llovido que sobrepasa a Juan Martín para que pierda la iniciativa corriendo hacia atrás .
Al ver la bola volar al otro campo Cristian sube hacia la red en diagonal con demasiada y cuestionables prisas, mientras observa como Juan Martín se perfila junto a la pared de fondo para bajar una bola que tras cristal ha botado alta. Es de esas que se golpean de drive, desde el fondo y hacia abajo. Pero esta vez Martín a pesar de no sacar la pala de abajo arriba, devuelve otro globo sobre la sobrepasada cabeza de Cristian Gutiérrez quién pide de inmediato que Roby acuda a su espalda con lo cual, cambian de lado. Tienen ahora a Gutiérrez en el lugar de Roby y retrocediendo hacia atrás. Tras el golpe de Roby, Juan Martín ha subido a la red y manda una bola profunda y al centro.
Acude Gutiérrez de drive para mandarla suave, baja y en diagonal hacia el revés de Martín Díaz a quién tiene en paralelo. Juan Martín llega, sólo puede levantarla hacia el medio de la pista, y Cristian en carrera va hacia ella de volea: Cristian Gutiérrez juega esa volea de drive, hacia abajo buscando en picado el revés de Martín Díaz, pero la bola no pasará la red. Se acabó el partido.
Este punto que Bela empezó sorprendiendo por jugarla hacia Gutiérrez, las prisas de Juan Martín con una volea fácil, la habilidad de Martín para responder con el globo que le mandó el Roby provocando el cambio en la pista de los contrincantes y, finalmente, la precipitación de Gutiérrez voleando en carrera desde el que no era su sitio y tal vez hacia el sitio equivocado con un golpe mal medido, no explica un partido: explica sólo que el Pádel requiere físico, técnica, paciencia, talento y mucha inteligencia.
Fue la primera vez que en Melilla vimos a los mejores del Mundo haciendo lo que mejor saben hacer. Desde entonces, nos quedamos esperando que volvieran. Nunca jugaremos como ellos, pero de vez en cuando acertamos con un golpe, aunque sea uno de cien, y por unos instantes nos sentimos orgullosos. El espectáculo es que ellos lo hacen 99 de cada 100.
Este año Juan Martín vuelve con Bela, Nerone con Reca, pero para mayor espectáculo, Roby viene con Semprún, el Bebe con Cristian Gutiérrez, Lasaigues con Damián Sánchez, Lahoz con Jardim (número uno en Brasil), y también los magníficos Montes, De las Heras, Arias, Ochoa, Nanni, Poggi, Maxi Grabiel, Leo, Losada, Dani Gutiérrez, etc. es decir, los 40 mejores jugadores del mundo.
Así que Melilla será no sólo el primer superseries, sino el campo de pruebas del nuevo juego de parejas a la espera de que alguien asalte el imperio que dominan Juan Martín y Belasteguín.
Pocos podíamos imaginar que en un solar del Barrio del Real, una inversión deportiva para los melillenses acabara siendo uno de los centros mundiales del Pádel en apenas un año.
Juanjo |